A pesar de que es muy fácil hacer comentarios acerca de según que cutreces, mi mal criterio a la hora de emocionarme me obliga a escribir esta crítica. El tema es que acabo de (volver a) ver A todo gas 2, una película que te pone a 1000 viendo tunings a cerca de 110 mph (con unos efectos especiales de velocidad -óxido nitroso mediante- muy sospechosamente cercanos a los del Halcón Milenario) y culos y tetas. Pero no es esto lo que me ha hecho soltar la lagrimilla. Tampoco ha sido el argumento, porque en sí no entiendo cual es la estrategia ni el por qué de querer pillar a un tío forrado (y seguramente delincuente) en una supuesta entrega de dinero de no se sabe quién. Dinero que, por otra parte, estaba escondido en una pared falsa de una barriada marginal de Miami. El malo además está totalmente rodeado de policías secretos 24h, de forma que más facilidades ya no hay para pillarlo. Tampoco sé qué pintan dos tuneros de transportistas, porque el viaje bien lo podría hacer alguno de esos cochazos todo terreno que los malos siempre tienen a patadas (se habla de consorcio, no sé). Muchas cosas mal organizadas, pero es igual.
Me querría centrar en una escena de la película que me ha hecho reflexionar acerca de algo mucho más profundo que la velocidad y las tías buenas. El momento en cuestión es cuando, para librarse de la policía, todos los tuneros de la zona se alían para montar un cristo que ayude a nuestros héroes a salir por patas con el dinero. Yo, para bien o para mal, no soy tunero. No tengo coche,para empezar, pero tampoco tengo idea de desperdiciarlo junto con mi vida social. Sin embargo, ese instante en el que todos los coches salen de la cochera a la vez lo considero un momento sublime del mundo del cine; un testimonio de unión colectiva tunera, de catarsis universal en pos de un bien mayor, de realización como sociedad cani cooperativa y capaz... Me estoy imaginando a gente de ese colectivo emocionándose con la escena, sintiéndose uno de ellos y sintiéndose ORGULLOSO de ser uno de ellos. Las luchas personales sobre qué llantas brillan más o qué loro peta más fuerte quedan atrás, no importan; el fin es muy otro y ellos unidos luchan por lograrlo...
Joder, hemos visto mil mierdas dando este mismo mensaje en mil películas distintas:el soldado que unido al resto salva a su pelotón, el astronauta que se sacrifica y salva la Tierra, la madre coraje que lucha y lucha por recuperar a su hija... Sin embargo aquí se han volcado con un colectivo menospreciado por la sociedad que está ahí, en la puta periferia de cualquier ciudad, que se siente incomprendido por los demás, que tiene su criterio (acertado o no) y lo exterioriza a lo grande, tuneando. Me río yo de las putas de Almodovar, esto SÍ es el reflejo de la sociedad, coño. Kinkis y más kinkis con sus automóviles pintarrajeaos con tribales y dragones, con puertas y capots de colores inverosímiles que parecen sacados del taller de un desguace, con equipos de música de alta fidelidad destinados a oírse desde fuera del coche. ¡Puta realidad!
No entiendo las dudas acerca de la popularidad de esta saga de películas. Veo evidente que han tocado un mercado que tiene miles de adeptos y que en muchos aspectos sigue más virgen que Bob Esponja. Y si además, aparte de coches y carreras, zarandeas la fibra sensible con estos vítores optimistas de cohesión shurmano-shuprimo no solo te estás llenando los bolsillos ahora, si no que estás perpetuando una raza de seres que te los va a llenar tantas veces como quieras en el futuro. De momento Almodóvar todo esto no lo sabe. De momento...